Aunque 125.632 trabajadores permanecen afectados todavía, la contención de los despidos gracias al éxito en la aplicación de esta herramienta de suspensión temporal aúna elogios entre agentes sociales y expertos.
La incertidumbre es una percepción que aumenta o decrece de acuerdo con el paso del tiempo. En noviembre de 2020 existía el temor, capitalizado por los sindicatos, de que los ERTE, la principal herramienta de protección del empleo ante los envites de la pandemia, pudieran acabar perdiendo su especificidad temporal desembocando en un torrente de despidos definitivos. Sin embargo, un año después, y siguiendo la trayectoria de los últimos meses, la cifra de trabajadores suspendidos en su actividad no ha dejado de bajar, desde los más de 3,6 millones que se agruparon a finales de abril del año pasado hasta situarse en los 125.632 del 1 de diciembre, su mínimo desde la irrupción del coronavirus. Las continuas prórrogas, el progresivo mantenimiento de las rebajas en las cuotas de la Seguridad Social, la introducción de cortapisas para resolver contratos en las compañías beneficiarias y la buena dinámica del mercado de trabajo han evitado, según los distintos expertos consultados, un desplome laboral sin precedentes.
Pepe Álvarez, secretario General de UGT, alertaba hace poco más de un año: “Estamos viendo cómo muchas empresas han comenzado a reembolsar a la Administración el coste de los ERTE para poder proceder al despido, después de ver que no es viable la empresa por el largo periodo que lleva en esa situación”. Aunque días después, en una entrevista para este periódico, matizó sus palabras (“Yo hablaba de la necesidad de reforzar los servicios públicos”, se corrigió), en aquel momento, cuando todavía no había vacunas que administrar y las restricciones sanitarias ahogaban la actividad, los malos augurios económicos presagiaban una cascada de despidos.
Adaptación estructural
“Esto se debe a la propia naturaleza del ERTE, que tiene como objetivo impactar sobre una causa coyuntural”, apunta Jesús Lahera, catedrático de Derecho del Trabajo en la Universidad Complutense de Madrid. “La flexibilidad de los ERTE ha permitido dar una respuesta automática efectiva en un momento en que se paralizó la actividad y, a la vez permitió que las empresas fuesen reabsorbiendo su plantilla al ritmo que esta actividad se restablecía y, por tanto, se recuperase el empleo”, completan desde el Ministerio de Trabajo.
Las distintas negociaciones sobre la continuidad de los ERTE llevadas a cabo en el marco del diálogo social, se desarrollaron, según aseguran fuentes presentes en los distintos encuentros, con una suavidad que se ha tornado en algo más áspera ahora que se aborda su conversión en una medida estructural. ¿Por dónde debería ir esta adaptación? “La idea de los nuevos ERTE es que deberían estar preparados para actuar sobre situaciones de fuerza mayor como la que hemos vivido; que lo estén también por si vienen recesiones económicas y permita a las empresas tener algo de flexibilidad; y que se consoliden como una herramienta alternativa a los despedidos que los vincule a la formación y la recolocación de los trabajadores”, dibuja Lahera.
El mecanismo Red, como ha sido bautizado, aún se encuentra en proceso de negociación después de que la propuesta inicial presentada por el Gobierno provocase el rechazo conjunto de patronal y sindicatos. Su última modificación, que suprimía alguna de las partes de su aplicación que habían sido tildadas de “farragosas” encajó mejor en las demandas de los agentes sociales, aunque su redacción definitiva todavía está en el aire.
La excepción de la banca
Lo cierto es que aunque los ERTE han limitado el impacto de la pandemia sobre el mercado de trabajo, sectores como el bancario han visto acelerada su transformación por las fusiones y los cambios de hábitos de consumo. Entidades como Caixabank, Banco Santander, Ibercaja, Banco Sabadell, BBVA y Unicaja Banco se encuentran inmersos en distintos procesos de reducción de personal. Sumando despidos y planes de prejubilación podrían desaparecer cerca de 20.000 empleos.
(Fuente: El País, 27-12-2021)